Por Daniela Zambrano
El ciclismo es mi pasión. Desde hace 8 años, he recorrido un camino lleno de satisfacciones y desafíos que me han convertido en la persona que soy hoy.
Comencé de forma amateur, pedaleando en clases de spinning en el gimnasio. Pronto sentí la necesidad de hacerlo al aire libre, así que me compré mi propia bicicleta y comencé a explorar senderos cercanos.
Desde entonces, el ciclismo se ha convertido en mucho más que un simple pasatiempo para mí; se ha convertido en un camino hacia el crecimiento personal y el bienestar físico y emocional.
Mi historia en este deporte comenzó de forma humilde, con una bicicleta de montaña básica. Era lo que mi presupuesto me permitía, y en ese entonces, mi conocimiento sobre este pasatiempo era limitado. Simplemente me dejaba llevar por la emoción de pedalear.
Con el tiempo, descubrí que no solo disfrutaba pedaleando, sino que también tenía talento para ello. Motivada por esta revelación, decidí invertir en una bicicleta de montaña de alta gama, siguiendo el consejo de ciclistas más experimentados. Sin embargo, no anticipé que manejar una bicicleta profesional sería tan diferente a mi vieja bicicleta.
En mi primera salida, la emoción se mezcló con la imprudencia. Con mis amigos subimos al Ilaló, una montaña desafiante. En una bajada, asumí que los frenos responderían como los de mi antigua bicicleta. Al frenar con fuerza, la llanta delantera se bloqueó, y yo terminé en una quebrada.
Al recuperar la conciencia, me encontré con la boca rota, tres dientes menos, y un fuerte dolor en la cara y el cuerpo. Un viaje al hospital y una radiografía confirmaron la peor noticia: mis muñecas estaban rotas. Afortunadamente, la cirugía fue un éxito y, con la ayuda de la rehabilitación, pude recuperarme.
El accidente que sufrí marcó un punto de inflexión en mi camino. Me vi obligada a tomar un descanso del ciclismo de montaña, mi pasión hasta ese momento.
Durante mi recuperación, me encontré con una encrucijada: ¿abandonar el ciclismo por completo o explorar nuevas posibilidades?
Decidí darle una oportunidad al ciclismo de ruta, una modalidad que nunca me había llamado la atención. Era un territorio desconocido, pero mi espíritu aventurero me impulsó a dar el paso.
Para mi sorpresa, ir por carretera me cautivó desde el primer momento. La velocidad, la fluidez y la sensación de libertad que experimenté en cada pedalada me fascinaron por completo. Descubrí un nuevo mundo de posibilidades y desafíos que me llenaron de entusiasmo.
Desde entonces, he dedicado mi tiempo y esfuerzo a esta disciplina, aprendiendo y mejorando cada día. He participado en diferentes competencias y he logrado importantes metas que me llenan de orgullo.
A pesar del accidentado inicio, mi pasión por el ciclismo se fortaleció. Aprendí de la experiencia y ahora disfruto de este deporte con más conocimiento, responsabilidad y, sobre todo, con la satisfacción de haber superado un obstáculo que me marcó para siempre. Mi estilo de vida gira en torno a la disciplina y la constancia. Este deporte exige dedicación: entrenamiento diario de 3 a 4 horas entre semana y 7 a 8 horas los fines de semana, una dieta balanceada y un descanso adecuado.
Para optimizar mi rendimiento, decidí seguir una certificación en nutrición deportiva. Ahora, mi dieta se centra en los carbohidratos como fuente principal de energía, complementada con comidas balanceadas que incluyen vegetales y proteínas. Esta combinación me ha brindado la resistencia y la fuerza necesaria para enfrentar los desafíos del ciclismo de alto rendimiento.
Mi camino en esta actividad física no ha estado exento de obstáculos. Como mujer en un deporte predominantemente masculino, he tenido que enfrentar obstáculos y prejuicios. Muchas competiciones, tanto públicas como privadas, han limitado la participación de las mujeres, lo que ha sido frustrante. Sin embargo, estuve decidida a cambiar esa narrativa. Las mujeres tenemos una resistencia innegable y era hora de demostrarlo.
Un hito en mi carrera llegó hace dos años, cuando la Federación Ecuatoriana de Ciclismo abrió por primera vez las puertas a las mujeres en la Vuelta al Ecuador. Después de 49 años, finalmente tenemos la oportunidad de competir en esta prestigiosa carrera. Participar en esta competencia fue un sueño hecho realidad para mí. Fue un desafío agotador, pero al mismo tiempo, una experiencia increíble. Correr en la vuelta de mujeres y llegar a la meta en tercer lugar fue un logro que nunca olvidaré. Junto a otras mujeres valientes, desafiamos las expectativas y demostramos nuestra capacidad de competir al mismo nivel que los hombres. Recorrimos las provincias del país durante 5 días, viendo paisajes hermosos.
Durante mi trayectoria, la tecnología se ha convertido en mi aliada como deportista. Utilizo diversas aplicaciones para medir mi rendimiento, como training peaks que me permite trabajar directamente con mi entrenador. Cargamos mis entrenamientos semanales, analizamos datos, y con la ayuda de un potenciómetro, un sensor de frecuencia cardíaca y un ciclo computador, podemos evaluar mi nivel, condición física y evolución.
Mi mensaje para quienes desean iniciarse en el ciclismo es simple: atrévanse a dar el primer paso. El proceso toma tiempo, requiere esfuerzo y dedicación, pero con convicción y disciplina se logran grandes cosas. En mi cuenta de Instagram comparto contenido para responder preguntas y motivar a mis amigos y seguidores a que se animen a entrenar y llevar un estilo de vida activo. Mi experiencia me ha enseñado que el ciclismo no solo es un deporte, sino una forma de vida que te llena de salud, energía y satisfacción.